Treinta años de deterioro en la Zona Rosa
Hace 30 años era el lugar bohemio por excelencia de pintores, escritores, poetas, actores y músicos en la ciudad de México. Hoy es sitio de restaurantes, hoteles, antros, tráfico, indigentes, drogadictos y fiesta permanente para la comunidad lésbico-gay. De rosa ya tiene muy poco. (Mar, 27 Nov 2007).
Más de 70% de sus habitantes se han mudado a otras partes de la ciudad, según Alberto Kuhn, ex presidente de la asociación de colonos. Huyeron del ruido y la guerra de los decibeles, basura, prostitución, tugurios, inseguridad y en general, el ataque a su privacidad. Los que se quedaron se sienten amenazados por quienes quieren comprar sus casas es para hacer negocios.
Encuadrada entre las avenidas Reforma, Chapultepec, Florencia y Niza, en la colonia Juárez, delegación Cuauhtémoc, la zona adquirió ese nombre en 1967, a iniciativa del pintor y escultor José Luis Cuevas y otros artistas.
Antes era la colonia Americana. Se fundó en la época de Porfirio Díaz, y se impregnó del boom de lo francés. Llegaron ahí familias adineradas, inmigrantes y diplomáticos, particularmente estadounidenses y alemanes.
Los Cortina, los Cervantes, familias de abolengo, construyeron grandes casas al estilo europeo, con acabados románticos, balcones y ventanales, obra de renombrados arquitectos. Los nombres de sus calles sugieren un recorrido por Europa: Génova, Hamburgo, Estocolmo, Copenhague, Londres, Liverpool, Amberes. Pero de todo eso sólo quedan los letreros en las esquinas.
Habitante de la zona desde hace más de 30 años, Alberto Kuhn lamentó que -las casas majestuosas que teníamos de época, sobre todo de la porfirista, están destruidas totalmente, convertidas en bodegones con colores horrorosos que le han dado un mal aspecto a la zona. Es lamentable la pérdida que hemos tenido de todo-.
El apogeo de la Zona Rosa se dio en los años 50 y 60. Entonces era muy común tomar café y tener charlas literarias en el famoso Quineret y El Chips en la calle Génova.
Eran los espacios favoritos de Carlos Monsiváis, Manolo Fábregas, Manuel Felguérez, Rius y hasta actores como César Costa. No era raro ver a Pita Amor declamando en plena calle. Abundaban las librerías, las galerías de arte y las joyerías de corte internacional, de las cuales ya sólo quedan dos en la calle Amberes.
En el salón de baile El Jacarandas, donde hoy está un restaurante de hamburguesas, se hacían grandes bailes y conciertos de la talla de la orquesta de Ray Conniff. Eran los años 60.
Rocío Garfias, habitante desde 1989, recordó: -Era una zona bohemia, era bonito salir en las tardes, tomarte un café y te encontrabas a gente del ámbito artístico, literatos-. Ella conoció ahí a su esposo que fue fundador de la plaza del Ángel, donde se venden antigüedades, pero ahí mismo lo perdió cuando la baja en las ventas y el deterioro de la zona le provocaron estrés y padecimientos que terminaron por ocasionarle la muerte. Hoy, considera que terminará por mudarse por el bien de sus tres hijos menores.
Cuarenta años después de su fundación, la Zona Rosa se ha teñido de arcoiris, de rojo y hasta de negro. Hoy existen sex shops, bares, discotecas, restaurantes y hasta prostíbulos coreanos, según las denuncias de los mismos residentes. Peor aún: los ambulantes que fueron desalojados de la glorieta de Insurgentes, se apoderaron de la parte central de Génova.
La Zona Broza, le llama Alberto Kuhn, quien además señaló la cantidad de basura y autos de dependencias del gobierno federal y capitalino que obstaculizan las calles.
Hace poco más de un mes, el GDF inició el programa de rescate integral de la zona para realzar su imagen y atraer al turismo y las inversiones. En una primera etapa, en las calles Génova, Hamburgo y Copenhague se sustituyen drenaje y cableado subterráneo, y se ordenan las terrazas; obras que, asegura, estarán listas a finales de 2007.
Encuadrada entre las avenidas Reforma, Chapultepec, Florencia y Niza, en la colonia Juárez, delegación Cuauhtémoc, la zona adquirió ese nombre en 1967, a iniciativa del pintor y escultor José Luis Cuevas y otros artistas.
Antes era la colonia Americana. Se fundó en la época de Porfirio Díaz, y se impregnó del boom de lo francés. Llegaron ahí familias adineradas, inmigrantes y diplomáticos, particularmente estadounidenses y alemanes.
Los Cortina, los Cervantes, familias de abolengo, construyeron grandes casas al estilo europeo, con acabados románticos, balcones y ventanales, obra de renombrados arquitectos. Los nombres de sus calles sugieren un recorrido por Europa: Génova, Hamburgo, Estocolmo, Copenhague, Londres, Liverpool, Amberes. Pero de todo eso sólo quedan los letreros en las esquinas.
Habitante de la zona desde hace más de 30 años, Alberto Kuhn lamentó que -las casas majestuosas que teníamos de época, sobre todo de la porfirista, están destruidas totalmente, convertidas en bodegones con colores horrorosos que le han dado un mal aspecto a la zona. Es lamentable la pérdida que hemos tenido de todo-.
El apogeo de la Zona Rosa se dio en los años 50 y 60. Entonces era muy común tomar café y tener charlas literarias en el famoso Quineret y El Chips en la calle Génova.
Eran los espacios favoritos de Carlos Monsiváis, Manolo Fábregas, Manuel Felguérez, Rius y hasta actores como César Costa. No era raro ver a Pita Amor declamando en plena calle. Abundaban las librerías, las galerías de arte y las joyerías de corte internacional, de las cuales ya sólo quedan dos en la calle Amberes.
En el salón de baile El Jacarandas, donde hoy está un restaurante de hamburguesas, se hacían grandes bailes y conciertos de la talla de la orquesta de Ray Conniff. Eran los años 60.
Rocío Garfias, habitante desde 1989, recordó: -Era una zona bohemia, era bonito salir en las tardes, tomarte un café y te encontrabas a gente del ámbito artístico, literatos-. Ella conoció ahí a su esposo que fue fundador de la plaza del Ángel, donde se venden antigüedades, pero ahí mismo lo perdió cuando la baja en las ventas y el deterioro de la zona le provocaron estrés y padecimientos que terminaron por ocasionarle la muerte. Hoy, considera que terminará por mudarse por el bien de sus tres hijos menores.
Cuarenta años después de su fundación, la Zona Rosa se ha teñido de arcoiris, de rojo y hasta de negro. Hoy existen sex shops, bares, discotecas, restaurantes y hasta prostíbulos coreanos, según las denuncias de los mismos residentes. Peor aún: los ambulantes que fueron desalojados de la glorieta de Insurgentes, se apoderaron de la parte central de Génova.
La Zona Broza, le llama Alberto Kuhn, quien además señaló la cantidad de basura y autos de dependencias del gobierno federal y capitalino que obstaculizan las calles.
Hace poco más de un mes, el GDF inició el programa de rescate integral de la zona para realzar su imagen y atraer al turismo y las inversiones. En una primera etapa, en las calles Génova, Hamburgo y Copenhague se sustituyen drenaje y cableado subterráneo, y se ordenan las terrazas; obras que, asegura, estarán listas a finales de 2007.
Fuente: http://www.arq.com.mx/noticias/Detalles/9559.html
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